En Colombia, Perú y en toda nuestra región, el territorio donde vive una persona puede definir su vida. Aunque la región cuenta con economías en auge, la desigualdad territorial socava los beneficios nacionales. Las personas en territorios remotos suelen ser marginadas y desfavorecidas. Viven en medio de disputas por tierras y violencia vinculada a la explotación de recursos naturales. Algunos de estos territorios han sido devastados por conflictos armados. Y muy a menudo, las voces de los afectados no son escuchadas. Esto es especialmente cierto para los pueblos indígenas, los afrodescendientes, las mujeres, los jóvenes y las comunidades rurales.

Creemos que es solo cuando estas comunidades participen libre y plenamente en las decisiones que las afectan, incluyendo las decisiones relacionadas con los recursos naturales, que pueden interrumpirse las fuerzas que perpetúan la desigualdad. Para construir territorios más inclusivos, innovadores y sostenibles, las comunidades deben tener la capacidad de identificar los desafíos que enfrentan, y deben estar equipadas para construir alianzas para enfrentarlos.

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